SMS

viernes, julio 21, 2006

Irene estuvo la semana pasada en Sevilla. En los Reales Alcázares descubrió un original de DE CLARIS MULIERIBUS de Bocaccio... Le pareció un regalo... y lo compartió... envió un sms a su viejo profesor... Irene estudió derecho pero debería haber estudiado literatura. Le gusta el derecho pero ama las palabras.

Paco está en Londrés aprendiendo inglés (o eso dice) y antes de ayer se detuvo a contemplar La cena de Emaús de Caravaggio en la National Gallery... Se acordó de un amigo con el que había contemplado los caravaggios en Roma y le envió un sms... Paquito es un solitario que siempre está rodeado de gente porque lleva el corazón a rebosar.

Mariano escribe pocos mensajes a sus amigos. Pero los piensa, los paladea, elige tanto las palabras que no necesita ni descargarlas de vocales o signos de puntuación. Los mensajes de Mariano ruborizan a veces a sus amigos, los emocionan, los conmueven. No se puede responder a la belleza sólo contemplarla. Y la amistad es lo más bello cuando es así, simple y sincera. Y por eso los mensajes de Mariano no tienen respuesta. Contestarlos es un ejercicio de insensatez y atrevimiento...

Hay mensajes que llegan y se pierden. Hay mensajes que informan, algunos que dilatan o expanden el tiempo, la distacia y las separaciones. Hay mensajes vacíos hasta de vocales (pr spsto). Y hay mensajes que alcanzan a ser como pedacitos de vida que se lanzan vía satélite al encuentro de otros que comparten nuestras vidas, que son nuestra vida. Estos últimos llegan, alcanzan, consuman, COMUNICAN. Y son poemas sin rima ni verso libre. Y son ventanitas que se abren a través del tiempo y el espacio a las vidas de los que importan... Son mensajes sentimentales y hablan de recuerdos, de puestas de sol, de resurrección o de nacimientos, de libros o de pintura. Hablan en fin de miradas. Son miradas regaladas a otros en forma de palabras. Son mensajes mirada. Son Mensajes Susurro.

huérfanos de mar

lunes, julio 17, 2006

Un poeta de esta tierra escribió alguna vez, en algún lugar que las gentes de interior somos huérfanos de mar. Recordamos tal vez épocas atávicas en las que nuestra tierra formó parte del océano y nos sentimos abandonados por las olas como la arena tras la bajamar. Quizá ese sea el motivo por el que millones de hombres y mujeres del interior se desplazan cada verano a la costa con la urgencia de quien espera encontrar todo lo buscado allí, en los márgenes... El mar representa el contorno que nos define (como seres continentales o peninsulares en nuestro caso), nos limita y nos enmarca y acudimos al extremo de nuestra tierra buscando el arrullo de un mar que nunca nos ha pertenecido. A pesar de los turistas, de los niños-hijos de turista, de las sombrillas y el ruido... el mar siempre se acaba imponiendo y nos recibe con su calma que no cesa con su abrazo de olas que se rompen en la arena delicadamente...

Hay muy distintos tipos de mar. Para alguien de interior se definen por aquello que ofrecen (y por lo que niegan) El cantábrico es de una belleza salvaje que encoge el alma... El atlántico es indómito y el mediterráneo parece hecho a la medida del hombre... Es el mar más humano... Sus playas son suaves (para entrar en sus aguas progresivamente sin prisa y sin sobresaltos) y cálidas; son largas y extensas para caminar al horizonte al tiempo que la vista se pierde en la línea que dibujan los azules...

Para muchos de nosotros es una humanidad prestada, alquilada en tiempo estival, casi robada. Pero al menos por unos días podemos acercarnos a las olas y sentirnos un poquito menos huérfanos de mar.

Carretera y manta

Es tiempo de verano, descanso y vacaciones. Por estas fechas parece que crece nuestra necesidad de hacer kilómetros, de alejarnos de la rutina o del hogar, de apartarnos... Vicente Verdú en su último libro Yo y tú, objetos de lujo reflexiona acerca del viaje señalando como "un hombre culto y viajado del siglo XIX hacía muchos menos kilómetros que cualquier estudiante universitario de nuestro país en nuestros días"... Nos hemos acostumbrado a desplazarnos, a conocer otros lugares y ambientes. Nos movemos demasiado rápido y probablemente no acabamos de ver lo que miramos... Sin embargo sigue siendo una necesidad la de salir...la de dejar a nuestras espaldas la distancias necesarias para descansar de verdad... para hacer aquello que llamamos "desconectar"... El viaje tiene propiedades terapéuticas... nos desarraiga, nos arranca del anquilosamiento y nos libera de los "pendientes" que llenan la vida (desde pasar por el banco o colgar ese dichoso cuadro en la pared... a mantener esa conversación que dilatamos o "hacer números"). El viaje se defiende a sí mismo. Se basta a sí mismo. Según van avanzando los kilómetros se siente uno ligero y se encuentra con lo único de lo que no se puede escapar... con uno mismo... Se pierde en comodidades y se vence en necesidades. En ruta apenas se necesita un mapa (desplazarse sobre el papel es ya el primer viaje) un destino (no siempre real, ni siquiera verídico) y buena compañía... En verano y en cualquier época... carretera y manta.

derviches

martes, julio 11, 2006

La tradicional danza de los monjes sufís, los derviches consiste en girar, girar, girar... Una danza hecha oración. Una oración convertida en danza para ser compartida... En el baile tradicional el monje mantiene un brazo erguido hacia lo alto para recibir la energía de Dios y el otro brazo se inclina hacia abajo para derramar las bendiciones recibidas. Un hombre baila frente al torreón Fortea sobre los cimientos de la Torre Nueva... Un hombre gira, se golpea el pecho, se tapa los ojos y la boca... se mesa los cabellos, golpea su cabeza y gira. No ver, no escuchar, no pensar... sólo sentir... En lugar de las bendiciones de sus antepasados sufís derrama su propio corazón hecho danza mientras las miradas se pierden en las ondas de las capas de su falda. Un hombre joven venido de lejos baila para todos y para sí mismo... La vida es tan sólo eso girar, girar, girar... engañando a la mente y al corazón, mirando sin ver, oyendo sin escuchar. En apenas veinte minutos un hombre cuenta la historia de su pueblo reducida a las cenizas de los sentimientos de los individuos que ya ni siquiera nacieron allí. Un relato hecho danza enredado en los giros inacabables de sus pies.

Trayectos

El pasado fin de semana se celebró la tercera edición de "trayectos" un encuentro de danza de esos que andan en vanguadia... El domingo por la tarde en la plaza San Felipe... Cientos de aficionados paseando tras la organización por la ciudad, de uno a otro escenario. Cientos de miradas y mucho arte... Lástima que el arte camine tan deprisa que sea difícil alcanzarlo. Lástima que si no nos cobran una entrada y re-conocemos nombres, proyectos, títulos... no seamos capaces de disfrutar... Un regalo... que ABC DANZA organizó a la perfección. Un "momento" ofrecido a una ciudad que vive de espaldas a la cultura... Los que estuvieron acabaron por re-conocerse las caras. Tres días y muchas coincidencias... Los que pasamos "de visita" también re-conocimos a jóvenes, mayores, gentes de barrio y "culturetas"... Danza para todos en el lugar de todos: la calle... Lo dicho: un regalo.

Palabras que miran

"El gran derrotado de nuestro tiempo es el silencio " G. García Márquez

Hay palabras que explican cosas, palabras claras y concisas, unívocas. Hay palabras que comentan, que glosan, que desarrollan ideas propias o ajenas. Hay palabras para todos los gustos. Palabras largas y cortas, ambiguas y rotundas. Existen -o eso dicen- palabras definitivas, palabras que comprometen, que hacen esclavo a quien las usa, que realizan lo que nombran. Y hay también palabras que se derrochan, que se desbordan, que se regalan -a veces sin que el otro las desee ni las necesite-. Hay palabras que escuchan, palabras que invitan a hablar, palabras que son trampolines para las palabras de los otros. Palabras que saltan, palabras que sobran, palabras que sudan, palabras que zozobran y palabras que naufragan sin nadie que las escuche.

Existen además otra clase de palabras. PALABRAS QUE MIRAN. Que ven lo que otros no ven, o que le ponen nombre a lo que todos sienten. Palabras que a veces son historias que uno imagina al verte. Palabras que cuentan o que no. Palabras que guardan silencio y observan... Para que no se pierdan...