Vivir en SOL MENOR

domingo, noviembre 19, 2006


Acodados sobre el mantel a cuadros de la sobremesa, frente a unos vasos -llenos- de vino y algún plato -casi vacío- de cualquier vianda que acompañe la conversación y la bebida. Gastamos las palabras y la saliva en la oria de argumentos "evidentes" pero sordos, ciegos y mudos. El ser humano, la dignidad, amores y azares, pre-ocupaciones, com-pasiones...

Nos emocionan las cosas -y las palabras- nos alimenta el futuro -y la esperanza- nos indignan las mismas injusticias y miserias... nos lamentamos de los mismos dolores y percibimos los mismos quebrantos...

A veces nos sentimos fuertes, amparados, protegidos por el manto de la razón, de las razones... Pero otras veces tomamos conciencia de nuestra minoría, de nuestra minoridad, de nuestro tamaño reducido y humilde...

Menores de historia, menores de anhels, menores de sueños, menores de luchas... Somos menores frente a gigantes encolerizados y absurdos. Somos menores en los márgenes de autopistas uniformes e inmensas... Somos menores porque, lamentablemente (o afortundamente quién sabe) la grandeza queda reservada a los malvados, a los sin escrúpulos, a los dispuestos al sacrificio... del otro, claro.

Minorías también. Parte siempre de ese 5% que no encaja en los estudios de mercado, por snobismo o convicción. Minoría porque la masa piensa y piensa distinto que nosotros. Minoría porque la mayor parte forma parte de la parte mayor. Minoría porque el pensamiento es exigenge y la pasión comprometedora.

Minorías que escuchan los diálogos de las películas. Minorías que se emocionan y lloran con una canción. Minorías que viven un instante (más ancho y más hondo que ninguno) inmersos en las palabras de otro/a, en sus ideas, en sus sueños, en los libros... Minorías que sueñan más allá de sí mismos. Minorías que transforman, que trastocan, que provocan. Frente a un vaso de vino somos la menor minoría y nuestra música suena siempre en (un) sol menor.

LEJOS

miércoles, noviembre 15, 2006

Sentada en el porche de la plaza, la mirada perdida, pensamientos líquidos. Las palabras han logrado cruzar los océanos, atravesar montañas, superar los angostos desfiladeros de la distancia. Muchas naufragarán en el proceloso sobre-entendido, otras vagaran perdidas sin un gesto al que agarrarse, sin entonación que las amarre, que las asegure al fin último de sus signos: comunicar corazones.

Las palabras se le derriten el el pecho y se le enquistan maceradas en el regazo del tiempo. No puede vivir en un pasado que no recuerda ni habitar un futuro que se le esconde. Peró sí siente que vive LEJOS, apartada, convertida en un adverbio de lugar... ajena.

No hace tanto que se marchó y, sin embargo, el tiempo se ha dilatado tanto... que empieza a borrar las huellas de su rostro que guardó al fondo, escondidas, en el cajón de la memoria.

Tamborilea los dedos nerviosos sobre los muslos. No lo espera hoy pero está nerviosa. Decide moverse, levantarse, caminar. Pero no lo hace. Permanece quieta, sentada en el porche de la plaza, la mirada perdida, pensamientos vivos.

...te guiñó el corazón...

lunes, noviembre 13, 2006

Las palabras se volvieron torpes, zafias y ariscas. Las razones ingrávidas flotaron en el aire un rato y ¡plaf! se desvanecieron en la profundidad de un sentimiento macerado, compacto, indescriptible. Los silencios se hicieron eternos y elocuentes. La realidad se llenó de esquinas amenazantes y duras tras las que se escondía siempre... la incertidumbre

El dolor es una masa sucia y gris que no puede ser diseccionada ni digerida sin que el tiempo y la distancia nos presten su frío.

Aquella tarde no supo qué decirte y, si habló, no le escuchaste. Ninguna palabra era oportuna y todas las razones se volvían grumos en los posos del café. Aquella noche los abrazos fueron torpes; las palabras, pies de foto convencionales. No hubo consuelo, ni cuidado, ni descanso. No supo cómo dártelo.

Sin embargo aquellos días no acabaron contigo, te hicieron más fuerte, más sensible, más tú... porque entre el dolor, el miedo, las dudas y el silencio... alguien... TE GUIÑÓ EL CORAZÓN.