amor de mis ENTRETELAS

lunes, mayo 21, 2007

Guardo tu cariño en los pliegues de mi alma, guardo los recuerdos en el embozo del corazón, guardo tus miradas en la tinta de mis ojos... guardo lo que aún no ha sido... en el amor... de mis entretelas.

Entre-telas, entre amigos, entre besos, entre palabras y dudas, entre-lazados, entre-tenidos, entre-gados, entre-metidos, entre tu alma y la mía: tu mirada y mi piel.

Entre las sílabas de mis palabras se escapan gemidos sordos y ciegos, entre las líneas de lo que escribo está tu mirada dando vida a lo que pienso, a lo que siento, a lo que soy... Entre tú y yo formamos mucho más que un algoritmo. Entre todos se construye, entre los árboles hace tiempo que no se ve el bosque, entre tu ropa se encuentra el secreto y la ternura. Entre nosotros, palabras, entre nosotros, silencio.

Las entretelas de tu corazón esconden enigmas eternos que se renuevan con cada sonrisa, con cada pensamiento, con cada proyecto, con cada esperanza que arrojas al mundo con generosidad insensata. Si alguna vez te sientes vacía, o sola (que es lo mismo pero encarnado) busca en las entretelas de tu alma y encontraras allí alguna palabra, algún latido... y mi corazón refugiado al cuidado de tu falda.

el cuidado esencial

No es lo mismo tener cuidado que poner cuidado... Poner cuidado en las cosas, las personas, los seres amados es posar nuestra preocupación suavemente en ellos, sin prevenciones, sin presiones, sin hacer de nuestro amor un lazo que les ate de pies y manos, que les inmovilice. Poner cuidado es dejar caer nuestra mirada sin que se note, delicadamente, sobre la vida de los que nos importan, más allá de cada gesto, de cada instante de indecisión y turbulencia en la vida de los que nos rodean... y en la propia.

No se trata de una hipocondría de las emociones, sino de la comunión íntima con aquello que nos rodea. Comenzando por nuestro cuerpo, nuestra casa, nuestra gente... Se trata de la sutil intervención en las vidas que nos conforman, se trata de poner en orden de vez en cuando la casa, de poner a punto los huesos y de sacar del alma las telarañas.

Martín Gaite en Nubosidad variable hacía que su personaje protagonista limpiara la descuidada cocina del "refu" de sus hijos para ayudarla a poner en orden sus propios pensamientos, sus sentimientos, su vida. Poner cuidado en cada gesto re-ordena los afectos tanto como hacer "limpieza general" re-hace nuestro entorno. El cuidado esencial (término que le tomo prestado a L. Boff) es esencial para nuestro cuidado. Para estar a gusto, para tener paz, para seguir caminando... hemos de poner en nuestros gesto, en las miradas, en las palabras... algo de ese cuidado exquisito del artesano que teje objetos únicos, irrepetibles y frágiles, como el ser amado, como la vida.

pasar a limpio

miércoles, mayo 09, 2007


Se ha perdido la costumbre y con ella el placer. Los viejos apuntes amarillos son los últimos que se salvaron del teclado y el ratón. La práctica de la escritura computerizada nos ha privado de la mecánica y relajante actividad de "pasar a limpio".

Los "nuevos" métodos de enseñanza desterraron la caligrafía uniforme y homogeneizante como los "nuevos" maestros potenciaron el libre albedrío y la formación de carácteres únicos e irrepetibles. ¡Bravo por ellos!

Lástima que ambos olvidaran que no basta con "ser uno mismo" o escribir "a mi manera" sino que también es imprescindible aprender a "querer" las diferencias, a gustar de mi originalidad, a gustarme. Hay que reivindicar la autoestima de la propia caligrafía como hay que restituir el amor propio al lugar de privilegeio que le corresponde en el confuso reino de las emociones.

Se puede caer en el ombliguismo -cómo no- y en la estéril narración egocéntrica de la propia existencia. Pero también se puede recuperar el antiguo placer de "pasar a limpio": los apuntes, las notas, los borrones y... la vida.

Pasar a limpio supone reescribir la propia vida con mimo y cuidado, respetando los márgenes, rescatando las anotaciones a pie de página y haciendo de los tachones la memoria eficaz de los errores cometidos y corregidos (o simplemente sustituidos). Pasar a limpio implica disfrutar con la propia caligrafía de mi historia, con la letra cuidada y corregida de una melodía que nos acompaña siempre, que nos conforma, que nos tatúa en la memoria propia y la ajena.

Hoy transcribo retazos de palabras rotas en papeles perecederos y cuanto más me acerco a la caligrafía primorosa y trabajosa de la infancia más claramente se dibuja... mi vida pasada a limpio: tu nombre.

valientes


Valiente la mujer que mira los ojos del hombre que le hizo crecer el miedo en el vientre.
Valiente la palabra que se alza en los susurros y denuncia y arrebata y emociona e inflama y enciende corazones y conciencias.
Valientes las manos que permanecen abiertas, tendidas, las manos que estrechan otras manos, las manos que trabajan sin hacer ruido, que construyen, que consuelan, que se posan suavemente en el hombro cansado.
Valiente la mujer que llora cada noche, la joven que ha perdido... el sentido y la luz. La niña que se extravió en la soledad y el miedo y busca tambaleándose la salida.
Valiente el que se enfrenta a sus demonios, les pone nombre, prende la luz y se deja herir or la más cruel de las verdades: la propia. Valiente porque has abierto la puerta, porque empezaste aquel libro.
Valiente la que hace planes en estos tiempos oscuros. Valiente quien engendra sueños y esperanzas.
Valiente, audaz, insensata, mujer que amas la vida aunque te duela. Valiente: mujer. Valiente.

OTRA VEZ las palabras


Hay palabras fáciles y palabras difíciles; palabras que sirven para hacer amigos y palabras que sería mejor no pronunciar jamás.

Las palabras son como las personas: las hay pesadas, ágiles, divertidas, embarazosas, desagradables, tiernas... Las hay que nos quedan dentro para siempre y no las olvidamos jamás y las hay que pasan a nuestro lado y ni las vemos (a las personas, que con las palabras es que ni las oímos). Las palabras digo, son como las personas y por eso, igual que nadie existe para nosotros hasta que posamos nuestra mirada en ellos, hasta que lo conocemos... las palabras no cobran vida hasta que alguien les presta su voz, las nombra, las dice en susurros o las recita bajito para dentro. Las palabras no son todo lo que pueden llegar a ser hasta que no las escuchamos de una voz amiga, que nos conoce y nos ama y a quien prestamos atención...

Las palabras pueden ser sermones o clases aburridas, pueden ser gritos o castigos, pueden ser inútiles y sin sentido...

Pero también pueden ser aventuras, sueños, emocionantes historias que nos envuelven, que nos engañan y nos arrastran a mundos de fantasía donde nada es lo que parece y donde siempre encontramos un trocito de nosotros mismos. ¡Benditas palabras!



LAS ILUSTRACIONES SON DE ANA LÓBEZ.