palabras crudas

miércoles, febrero 17, 2010

Enfrentarse a la "cruda realidad", imágenes demasiado "crudas", decir la "cruda verdad"... son sinónimo de algo rudo, agresivo, invasivo, sin filtro...

Escupir los propios sentimientos sin consideración alguna, vomitar las frustraciones sobre los éxitos de los otros, sacudir la insatisfacción sobre la ropa planchada de la gente feliz... son sin duda ejemplos crudos de falta de delicadeza y cuidado.

No ocurre lo mismo con las palabras. Al menos no con las ciertas, las verdaderas. O eso creo. Dicen que Javier Marías no corrige nunca lo que escribe. Y cuentan también que García Márquez entrega sus novelas repletas de faltas de ortografía que "alguien" se encarga de subsanar. Supongo que el impulso de las palabras les impide poner el filtro necesario, les inhabilita para ejercer de correctores de sí mismos y les otorga patente de corso en la inmediatez y falta de pulido de sus textos.

Me ocurre lo mismo a veces. Cuando las palabras brotan del corazón como el agua que rebosa de un vaso demasiado lleno. Cuando pensar y sentir se confunden en las pasiones (el amor, la amistad, el agradecimiento). Cuando no tengo tiempo ni ganas de contar sílabas o repasar tildes... Las palabras que aparecen son palabras crudas.

Palabras crudas que no respetan las convenciones, que no piensan en el lector -o tal vez piensan sólo en el lector-. Palabras que no se detienen ante nada y que se arrepienten de sí mismas apenas escritas o pronunciadas. Palabras crudas que encierran todo lo que seguramente debería ser callado. Palabras sin pudor y sin compuertas.

Y sin embargo, palabras únicas que estremecen tanto como un abrazo o una mirada. Palabras honestas que recogen lo perdido en el camino de las horas. Palabras que se cuelan en los entresijos del corazón y se acomodan para siempre.

Por eso quiero dejar mis sentimientos llenos de faltas de ortografía. Explicar mis afectos todos en mayúsculas. Abreviar los malos ratos hasta hacerlos incomprensibles. Cambiar los tiempos verbales para que cada futuro se conjugue en presente y cada pretérito sea siempre perfecto.

llamadas perdidas

lunes, febrero 08, 2010

Más de 90 llamadas en tres días. Mensajes sin responder y el buzón de voz repleto de ternura y buenos deseos. El corazón no da abasto para contestar cada latido que estos días ha palpitado tan cerca. Las palabras nos cubrieron como una manta en las noches de hospital y los signos de interrogación tejieron una colcha de bienvenida en nuestra casa.

La vida es dura a veces así, sin ton ni son. Pero las oraciones, los pensamientos, la preocupación y el cariño dulcifican sus aristas a base de montañas de caricias. Cada pregunta, caricias. Cada timbre del teléfono, caricias. Cada caja de bombones, caricias. Cada minuto de espera, caricias.

Llamadas perdidas que son como besos, lanzados al aire. Puede que no lo sepas pero he visto como las heridas se cierran por cada minuto de móvil regalado. Tanto cuidado, tanta ternura son un bálsamo que cicatriza las horas perdidas de sueño, los dolores, las acrobacias en la ducha, los cambios infinitos de postura en el sofá, las muletas, las vendas...

Aunque este mensaje se quede en la bandeja de SPAM: gracias a todos por quererla (casi) tanto como yo.