Bendición

lunes, septiembre 12, 2011

El origen del las palabras está incrustado en el dibujo de sus letras igual que el ADN define nuestros huesos y sentimientos. Las palabras, encierran a veces secretos de la misma manera que nuestros gestos encierran rasgos de carácter escondidos que se revelan inesperadamente.

Ben-decir: Decir bien. Decir "cosas buenas". Más allá del halago o de la descripción. Bendecir: Desear con palabras todo el bien para el que las recibe. Prometer, ofrecer, regalar el deseo de que todo bien se acerque a la vida de quien recibe "bendiciones"

A veces nuestros palabras (cuando son dulces, tiernas, sinceras, consoladoras) dicen bien de nosotros. A veces nuestros hechos hablan a gritos de la bondad que se encierra dentro y que dejamos escapar con cuidado. A veces nuestra mirada habla de todo lo hermoso que ha observado y lo devuelve hecho ternura. De lo que rebosa el corazón habla la boca.

Y a un,o que adora las palabras, que pone el corazón en ellas, que las busca, las desea, las necesita para explicar y para explicarse… a veces no le bastan para expresar la gracia que se ha derramado sobre su vida, sobre sus vidas.

Y cuando nada es suficiente, cuando no hay manera de devolver todo lo recibido… solo queda escuchar en silencio las bendiciones recibidas.

Cuando Dios pensó en la palabra más hermosa, la más dulce, la más sincera, la más agradecida hacia nuestra vida, pequeña pero honesta, torpe pero entregada, sedienta pero apasionada… Cuando Dios trató de pronunciar su "ben-dición" hacia nosotros. Cuando Dios abrió la boca para "decir-nos bien"…NACISTE TÚ.

Eres la mejor palabra que jamás pronunciarán nuestras vidas. Eres el verso más hermoso, la más bella historia, la mirada más limpia. No hace falta encontrar más palabras. Tú eres nuestra bendición.