con una mano a la espalda

domingo, septiembre 06, 2009

Yo a ti te gano con una mano atada a la espalda. La frase podría ilustrar la prepotencia de cualquier matón de patio de colegio o la alevosía de un portero de discoteca cualquiera. Nada más lejos.

Con una mano a la espalda ella nos regala más de lo que podemos asimilar. Con una mano a la espalda ella se pelea con la realidad cuando más difícil se nos pone. Y la vence. Con una mano a la espalda ella nos enseña que la paciencia no es sinónimo de pasividad. Con una mano a la espalda los años pasan despacio y las horas juntos demasiado deprisa. Con una mano a la espalda los gestos son torpes pero su mirada es cada vez más honda, más precisa. Con una mano a la espalda sus palabras son el bisturí que acierta a separar los sentimientos más puros.

Pero con una mano a la espalda la mente se enseñorea, las sombras se extienden y el ansia le echa un pulso desigual. Con una mano a la espalda las pasiones se aquilatan con el fuego de la paciencia. Con una mano a la espalda el corazón se desboca y se desliza ladera abajo.

Y sin embargo ella se mira en mis ojos, escucha los llantos, crea, crece, lucha, ríe, llora, y entrena la felicidad como un esfuerzo de días, de minutos, de segundos...

Con una mano a la espalda ella sigue siendo grande, su corazón inmenso, sus ganas de vivir inagotables, la fuente de su esperanza eterna. Ella a mí me gana con una mano atada a la espalda. Y otro año más, aunque no quiera, me dejaré ganar.

FELICIDADES

1 comentario:

Rebeca Gonzalo dijo...

No sé si he captado la idea... ¿Te refieres a la vida? En todo caso, me ha gustado muchísimo, porque mantiene la incertidumbre hasta el final y por el lenguaje esmerado y muy musical que aparece. ¡Enhorabuena!