
Para otros las palabras son un bálsamo que cura las heridas. Un remanso donde descansar la mediocridad propia y la ajena. El rincón favorito de una ciudad eterna. El susurro adormecedor de las olas del mar deslizándose, deshaciéndose... en la arena. Palabras ungidas de cariño y respeto. Palabras-cuidado. Palabras que son capaces de recuperar a un alma desangrada por lo feo, por lo inhumano, por lo triste de los días. Palabras que uno espera, como el agua de lluvia, para sentir aflojar la presión, deslizarse el cansancio entre los dedos que pasan páginas y páginas metódicos, tranquilos. Palabras que se elevan por encima de la prosa de la vida, de la monotonía que a veces nos espera agazapada, escondida, en lo cotidiano. Palabras que vuelan.
A Belén le gusta Martín Garzo porque habla como escribe... con infinita ternura, con cuidado, con extremada dulzura. Un libro, una canción, un poema o sólo un verso garabateado en la pared nos devuelven a veces a la vida que tantas veces abandonamos seducidos por los ecos mortecinos de lo "habitual". Para aquellos que seguimos buscando la belleza... Un puñado de palabras-bálsamo.
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