
Las palabras se le derriten el el pecho y se le enquistan maceradas en el regazo del tiempo. No puede vivir en un pasado que no recuerda ni habitar un futuro que se le esconde. Peró sí siente que vive LEJOS, apartada, convertida en un adverbio de lugar... ajena.
No hace tanto que se marchó y, sin embargo, el tiempo se ha dilatado tanto... que empieza a borrar las huellas de su rostro que guardó al fondo, escondidas, en el cajón de la memoria.
Tamborilea los dedos nerviosos sobre los muslos. No lo espera hoy pero está nerviosa. Decide moverse, levantarse, caminar. Pero no lo hace. Permanece quieta, sentada en el porche de la plaza, la mirada perdida, pensamientos vivos.
1 comentario:
Es tan fácil sentirse lejos... perder las palabras. Y las tuyas siempre consiguen acortar las distancias...
A riesgo de repetirme... Gracias
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