sin orden ni con-cierto

jueves, marzo 01, 2007

Si uno es honesto acaba confesándose que no escribe porque tenga algo nuevo que decir, ni tan siquiera algo hermoso que decir, que uno no escribe por trascenderse ni por dejar en el aire palabras que otros puedan hacer suyas... Uno escribe, sinceramente, PARA QUE LE QUIERAN. Las palabras son fagocitos de afectos que van sorbiendo los amores, los cariños, los mimos... de aquellos que nos sostienen con su mirada. Sin educación, tal vez sin belleza, pero con ternura como el viejo sorbe la sopa que le caldea cuerpo y alma. Uno escribe POR LOS QUE LE QUIEREN porque el amor y la amistad profundos son el único motor que puede sacarnos del marasmo de vaivenes y empujones en que tantas veces se nos pierde la vida. Uno escribe porque desea decir a los que le aguantan, a los que le sostienen, a los que le escuchan, a los que le miran, que sigue ahí, que está por ellos, para ellos.

Hay días en que el tiempo se vuelve espeso y difícil, que cuesta dar un paso, que es imposible ordenar las ideas y los momentos... La vida nos pasa por encima como un tren de mercancías y nos deja en la cuneta con la respiración agitada, exhaustos. Son días sin orden ni con-cierto... días en los que agarramos los sentimientos, los cansancios, las ideas, los sueños y la esperanza y los metemos desordenados en el maleta de los asuntos pendientes... Nos apartamos del ruido o nos zambullimos en él sin pensar demasiado, nos alejamos del corazón y nos refugiamos en la cabeza. Días de prisas y nervios, días vacíos de tan llenos...

Entonces... y sólo entonces, las palabras cobran su verdadero sentido, salvadoras, sanadoras, exorcismo íntimo de los demonios ocultos... liberadoras... Entonces, y sólo entonces, uno recuerda que escribe PORQUE LE QUIEREN.

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