la cosecha de la lectura

lunes, junio 04, 2007

Para crear una relación personal y profunda entre el lector y el libro, se requiere una actitud de concentración y sosiego que el mundo actual no solamente no favorece sino que intenta desprestigiar como poco rentable. La adicción apasionada a la lectura va cayendo cada día más en desuso y relegando al núcleo de sus fieles a la condición de naúfragos amenazados por una amalgama de corrientes mucho más rápidas, llamativas y estruendosas, que a duras penas dejan ya respiro para sacar la cabeza y resistir el embate de sus oleadas.

Se lee más que nunca de milagro, porque milagro es que puedan producirse aún situación en que una persona abrace gustosamente a su soledad, de espaldas a cualquier interferencia. (...)

La lectura fructífera no es nunca pasiva ni puede limitarse el lector a esperar el santo advenimiento de unos efectos espectaculares, sin poner algo de su cosecha. (...) Es como el encuentro con un amigo. Y la conquista de la intimidad con ese amigo no es fulminante e inmediata, sino lenta. Pone a prueba nuestra capacidad de entender y descifrar lo que brinda, nos va revelando nuestra intimidad en contraste con la suya.(...)

Los libros -cómo los amigos- no se pliegan a caprichos tiránicos ni pueden hacerse nuestros de la noche a la mañana. Su esencia reside precisamente en que van a decirnos cosas demoradas, reñidas con la prisa, en que nos van a ayudar a poner la realidad un poco más distante para que no nos ahogue y la entendamos mejor. Y un libro comprado bajo el espejismo de que va a funcionar por sí solo, sin el requerimiento de nuestra participación, como cualquier electrodoméstico, será puro ornamento en nuestros estantes. Nos dará prestigio, citaremos a su autor, pero ese autor -vivo o muerto- se reirá por lo bajo desde dondequiera que esté, y susurrará entre dientes, como aquel marinero del romande del conde Arnaldos: "Yo no digo mi canción sino a quien conmigo va".

Carmen Martín Gaite."La cosecha de la lectura" (adaptación)Cauce 2000, enero-febrero de 1987. Publicado en Tirando del Hilo.

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