felicidades

jueves, septiembre 07, 2006

Feliz cumpleaños, feliz aniversario, feliz...

A veces las palabras se quedan cortas. Les quedan estrechas como un traje mal cortado a personas demasiado grandes, demasiado generosas, demasiado vivas... Entonces aparecen los plurales y las palabras se multiplican, se ensanchan, se expanden, se elevan y rodean con su magia a quien las merece: FELICIDADES

Porque son muchas las "felicidades" que le deseo. Porque son diversas y adoptan cada día una forma distinta. Porque son tal vez pequeñas, cotidianas, sencillas... pero necesarias, hondas, sinceras...

Le deseo la felicidad de sentir el cariño de los suyos siempre. La felicidad de los cercanos (alejados en el espacio o no) que llega en forma de llamadas perdidas, mensajes o voces familiares, amigas.

Le deseo la felicidad de seguir ampliando ese círculo que con tanto celo custodia. La felicidad de las nuevas vidas que se asoman a la suya para completarla, para hacerla más ella.

Le deseo la felicidad de amar la vida sin límites, exageradamente, desesperadamente a veces... la felicidad de los excesos, la felicidad del apasionamiento, la felicidad de la montaña rusa de las emociones vividas con hondura y sin guardarse nada para mañana...

Le deseo la felicidad de seguir conservando un espacio para sí. Un espacio físico y mental porque un alma tan grande necesita un lugar pequeño para recogerse y respirar.

Le deseo la felicidad del futuro, de las ilusiones, de los sueños... de los cientos de proyectos, de las danzas y las fotos, del mañana lleno de sorpresas, de lo incompleto, de lo que se va haciendo minuto a minuto...

Le deseo la felicidad de la sabiduría. La que dan los años y el hambre de saber, la curiosidad y la pasión. La sabiduría de conocerse a sí misma, de tomarse distancia, de tener cada vez más sentido... (también del humor).

Le deseo la felicidad de la risa, de la complicidad, de sentirse parte de algo más grande que uno mismo, de creer, de dudar, de interpelarse, de acoger.

Le deseo la felicidad de ser como una lengua de tierra que recoge en sus orillas a un mar bravío de agua dulce, miedo, inseguridad, dudas y quebrantos y a un mar en calma de susurros de palabras que sólo ella conoce, que sólo ella merece.

Y para mí sólo un deseo: que pued
a compartirla (s) con ella.

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